martes, 17 de marzo de 2009

LOS CIERVOS Y YO


Son las ocho de la mañana de un lunes cualquiera de seis años después. Subo a la bicicleta con el cruce de piernas que tantos tropezones me costó conseguir. Es cuestión de estilo. Llego al primer cruce y extiendo mi brazo derecho como una bailarina ante una audiencia exigente. Me alegra descubrir que no he perdido las maneras.


Ahora todo recto. Los edificios altos, el puente, el supermercado, el puesto de helados con cola perenne, Charlottelund, su fortaleza y su foso, el mar....y el olor a mar...los molinos de viento...la caseta sobre el agua...Klampenborg...Ya sube. Empiezan a hervir los sentimientos y como si de una cafetera italiana se tratara van filtrándose por los granos de corazón molido. Ya salen. Llorar me sienta bien.


La brisa es suave y templada y el sonido de las gaviotas saladas y los patos dulces es lo único que se escucha a estas horas. La bicicleta me da esa agradable sensación de desapego de lo terrenal, funciona como una cámara que me aisla de lo que no es mágico. Este es mi momento. Tan solamente mío.


Recuerdo el camino como si lo hubiera hecho ayer, recuerdo los troncos tumbados, la pendiente que tensa mis gemelos y el banco que mira a las redondeces del paisaje. Voy a ir despacio, saboreando lo que siento, cada matiz. De tan nítido el recuerdo parece no serlo. He vuelto al mismo instante y soy capaz de reproducir el mismo amor en mis venas. Es tan agradable que tengo que sonreir. Respiro, lloro y sonrío. Respiro, lloro y sonrío.


Llego a lo alto del parque donde el palacio de contras cerradas espera a la princesa que se ha mudado a la ciudad. A un lado el mar. Al otro los caminos que se pierden en el horizonte.


Me siento viendo al mar y dejo correr las lágrimas. Intenso. Allí abajo aparecen los ciervos desfilando con la cabeza baja y las astas en alto. Uno levanta la vista y me mira. Está diciendo 'ya pasó'. Sonrío. Tan intenso...que siento envidia de mí misma.

5 comentarios:

Moncho y yo dijo...

¿No tendrás por ahí un Tándem? A veces creo que sería muy gratificante dedicarme tiempo de esa forma y sentir las cosas. No dejarme llevar por la corriente como lo hago y pararme de vez en cuando a pensar...

En fin, chata, que me has planteado a mí dudas!

Un besote!

Eva dijo...

¡Qué bonito!

Menudos cuernos que tienen esos ciervos, ¿no?

Besitos

Anónimo dijo...

Enhorabuena por el blog, soy nueva en el, pero reconozco que me ha enganchado. Bonita manera de relatar, te aseguro que he visto, olido y sentido a traves de tus palabras...

Un saludo desde el mediterraneo.

Lucía dijo...

ay! yo es que hoy no tengo el día... si pudiera cerraba la puerta, cogia la bici y me iba a sentir cosas... pero hasta la bici tiene una rueda deshinchada...jop.
Un besote

Anónimo dijo...

Tienes un mundo interior que pa qué... Envidiable

Ojalá consiguiera expresar así de bien mis sentimientos y es´tados de ánimo