No recuerdo la última vez que tuve la sensación de que todo está en su sitio. Adoro sentarme en un sofá después del trabajo (o antes o durante), que se me escape una sonrisa y pensar 'todo va bien'.
Pensaría que soy una eterna insatisfecha, negativa sin remedio y me resignaría si no fuera porque algún día me sentí así. Satisfecha.
Hoy llego del trabajo, me siento en el sofá y me invade una íncomoda sensación de ansiedad, estoy llena de vacío. No me voy a morir de esto, pero no es agradable. Soy afortunada, no lo dudo, pero que la vida me sonría no es suficiente, quiero devolverle la sonrisa.
Tengo mis defectos y nunca se me ocurriría culpar a nadie de lo que siento o dejo de sentir. Tampoco quiero quejarme sin saber de qué me estoy quejando. No es que sufra, es que languidezco.
Me fallan la imaginación y las ganas.
Pero supongo que todo llega y todo pasa. Yo deseo que todo pase y todo llegue. Y se quede, a poder ser.