APRENDER JUGANDO

Hubo un tiempo en el que yo creía en el amor. No en cualquiera si no en 'ÉL-DÉ-VÉR-DÁD' (así lo etiquetaba yo, con mayúsculas, negrita, subrayado y acento en cada una de sus sílabas), ese que tiene la fuerza de los mares, el ímpetu del viento y por el que se es capaz de matar, morir y lo que te echen.

Lo viví y lo sufrí (porque ese amor principalmente se sufre) y tras el periodo de desintoxicación (que es como una mala droga, coñeee) empiezo a intuir que se puede amar de otra manera, que no hace falta querer a alguien 'más que al aire que respiro' para merecer ser amado.

Ahora juego a encontrar el amor. Y mientras juego, me entretengo y además aprendo, como con el Barrio Sésamo o con los cuadernillos de Vacaciones Santillana.

Es agradable jugar con la ventaja que te da la experiencia y es cómodo hacer piruetas en el aire sabiendo que debajo hay una red y que si quieres, pero sólo cuando quieras y como quieras, vas a poder saltar al vacío.

Juego a ser misteriosa, transparente, firme, ingenua, descarada, tímida, exigente, condescendiente, cariñosa, fría. Y mientras juego, soy, y los demás son según yo soy, y con las decenas de combinaciones de los distintos ellos siendo según yo sea, me voy haciendo una idea de cómo seguir jugando.

Y puede que al final pierda (o puede que no), pero todos sabemos que en el juego lo importante es PARTICIPAR.

Y añado, DIVERTIRSE :)