jueves, 7 de enero de 2010

LEER

Tengo muchos días como hoy, quizás no muchos, pero me da la sensación de que más que la media. Días en los que la vida se me antoja muy rara y en los que nada parece tener sentido. Días en los que pienso que la muerte parece ser lo único real en la vida. Antes me angustiaban, me daba por llorar o por martirizarme con pensamientos negativos. Ahora los dejo ir y leo. Porque leer es la única actividad que aún no teniendo ninguna función práctica para nadie que no sea yo me hace sentirme útil y que me relaja el alma. Y no puedo decirlo de otra manera ni mejor, me relaja el alma.
Los días como hoy me apetecen abrazos. O me apetece EL ABRAZO. Hoy he descubierto que EL ABRAZO no tiene por qué ser físico y que no necesito sentirlo en mi piel. Hoy una señora que no conozco, con mucha más experiencia que yo en la vida e intuyo más sabiduría, me ha dado ese abrazo a través de un libro, saltando de las páginas y reconfortándome. Haciéndome sentir que no estoy sola.
Sintiendo que hoy era uno de esos días decido tumbarme en el sofá y leer mi libro recién comprado. Y ahí estaba el abrazo, en forma de párrafo simple en el que no se me decía nada nuevo pero que se me decía lo que yo quería leer:
" Y en esta etapa final, he constatado definitivamente que la vida humana no parece tener mucho sentido -y, si lo tiene, escapa a nuestra comprensión, que viene a ser lo mismo-, que la vida es un disparate, que es cierto que los hombres mueren (todos) y que (la inmensa mayoría) no son felices, y, lo que es peor, que no entendemos lo que nos está ocurriendo, pero sabemos que ocurre algo que no entendemos: al contrario del resto de los animales, el ser humano es lo bastante listo para plantearse las grandes, las eternas preguntas, pero no para hallar respuesta a las más insignificantes de ellas, lo cual resulta como mínimo irritante [...] Y, sin embargo, me alegro de haber nacido, y, aunque la vida que llevamos los hombres en el planeta Tierra sea (para unos más que para otros) loca, entendí muy pronto que no iba a disponer de otra y que lo mejor sería devorar ésta con glotonería, ávida de todos sus sabores, de todo cuanto pudiera ofrecerme, que ha sido mucho.[...] Si, cosa que no creo, soy consciente en el momento de mi muerte de que me estoy muriendo, me reconfortará pensar que nada me he perdido por prudencia o pereza, que le he arrancado a bocados a la vida cuanto ha puesto a mi alcance."
Y aquí me encuentro, en el camino de entender que no voy a disponer de otra vida.
A vivir pues :)

2 comentarios:

Nat dijo...

a mi lo que me gusta es leerte a ti

(parezco noviecito enamorado)

Jajaja, besos pequeña

Ricardo Dutra dijo...

Me encantó el relato, y esa imagen del abrazo que te da el libro.Yo lo siento así también, Y cada vez más.Es mi refugio, mi compañero.Felicitaciones