sábado, 2 de mayo de 2009

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN


Estos días encerrada en la universidad me han dado la oportunidad de conocer mejor a una de mis compañeras de clase. Nos pasamos horas pegadas al ordenador leyendo artículos y más artículos, intentando escribir algo que suene a que sabemos de lo que hablamos. En los descansos de cinco minutos que nos tomamos ella ha decidido ponerme al día de su vida y yo lo disfruto como si estuviera leyendo una buena novela.

Mi compañera es alta, rubia con un toque pelirrojo, guapa, sonriente y muy dulce. Viste bien y es fina, su pasión son los caballos y todos los días habla del suyo como si fuera su mejor amigo. Ahora sé que lo es. Me había contado que después de acabar el instituto había pasado cinco años viajando y que por eso era mayor que la mayoría de nuestros compañeros.

Yo me hice una idea mental de ella sin querer. Chica de buena familia, un poco mimada, con una vida fácil y poco más.

Pero las apariencias engañan. Tras acabar el instituto se fue a Egipto pero no de viaje de placer. Se fue a trabajar como guía turístico a El Cairo unos años. Su familia sí tiene dinero, pero eso es todo. Su madre es alcohólica, manipuladora y chantajista emocional -aunque yo nunca he sentido que no me quiere, ¿eh?, y yo también la quiero a ella. Su infancia la pasó entre borracheras, gritos, discusiones y sentimientos de culpa. Me contó casi con lágrimas en los ojos que un día le pegó a su madre y que ese día entendió cómo alguien puede asesinar a un ser querido en una situación extrema de descontrol y rabia. - no es que yo vaya a matar a mi madre- me aclaró con su voz dulce y una sonrisa leve.
Cuando ya tuvo edad de decidir se fue de casa y buscó ayuda psicológica para reparar todo el daño que sentía en su interior, asistió a grupos de ayuda y encontró en los caballos el refugio que necesitaba -lo bueno de los caballos es que no entienden los enfados, si les hablas con rabia se van, eso es todo, por eso con ellos aprendes a controlar tu ira. Pero los mismos que la salvaron casi le cuestan la vida. Un día se cayó de uno y estuvo al borde de la muerte. Además de secuelas físicas arrastra un problema de memoria que le hace difícil recordar cosas a corto plazo, -por eso no soy capaz de resumir lo que acabo de leer, no te creas que soy tonta-.

Pero superado el miedo después del accidente se dio cuenta de que ya no podía vivir sin caballos así que durante la carrera estudió y trabajó para poder comprarse uno y lo consiguió. -no se lo dije a mi familia y sólo cuando me gradué les presenté a mi caballo, vi el orgullo en sus ojos-.

Volvamos a Egipto. Allí se enamoró de un egipcio del que habla todavía con cariño y admiración. Se enamoró tanto que cuando volvió a Dinamarca se dijo a sí misma que quería que su historia funcionara y ni corta ni perezosa se lió la manta a la cabeza y ella solita, con 24 años, se fue a Egipto para casarse. Sola y en secreto -sabía desde el principio que aquello era un error, pero no lo pude evitar, lo quería mucho-.

Volvió a Dinamarca con él, pero el choque cultural y una madre alcohólica que -siempre dice lo que piensa, ella es así- dieron al traste con su relación.

Le costó dos años divorciarse. Me contó que en el 25 cumpleaños es tradición que tus amigos te regalen canela si no estás casada, ella recibió su canela -estuve a punto de revelar mi secreto, no podía más- pero otra vez se calló.

Volvió a Egipto otra vez en secreto para firmar papeles y terminar con su matrimonio -sólo se lo conté a una amiga para que alguien supiera donde estaba por si me pasaba algo-.

Ahora tiene veintiocho años y se siente fuerte, le gusta demostrar a los demás y a sí misma que puede hacer cosas que nadie piensa que puede hacer. -vivo siempre al límite y la tranquilidad y el sosiego me ponen nerviosa, cuando no hay discusiones a mi alrededor me siento rara-. Lo dice ella que nunca dice una palabra más alta que la otra, que siempre está dispuesta a ayudar e irradia calma por todos los poros de su piel. - Nunca hubiera pensado que tu vida fuera así- le dije con una sonrisa. - ya, sé que no doy esa impresión, igual debería ser actriz, cuando tenía nueve años actué en una obra del colegio y me gustó-. Se queda pensativa y me sonrie.


-¿nos vamos?-.

- Sí, pero prométeme que mañana más-

3 comentarios:

Miriam dijo...

Vaya. Que preciosamente simples suenan nuestras vidas al lado de esa...

Anduriña dijo...

joder, qué 28 añitos más moviditos. Si hay peña que tiene cada historia...Eso de mantener en secreto su matrimonio, buf, hay que tener un carácter muy reservado y fuerte para conseguir callarse la boca con una cosa así...Espero que te siga contando,así tú nos sigues contando ;.)

Muac

Jabolka dijo...

Toma ya.... Tremenda, tremenda...